martes, 17 de mayo de 2011

Mi amado Borges

Los espejos




Yo que sentí el horror de los espejos
no sólo ante el cristal impenetrable
donde acaba y empieza, inhabitable,
un imposible espacio de reflejos

sino ante el agua especular que imita
el otro azul en su profundo cielo
que a veces raya el ilusorio vuelo
del ave inversa o que un temblor agita

y ante la superficie silenciosa
del ébano sutil cuya tersura
repite como un sueño la blancura
de un vago mármol o una vaga rosa,

hoy, al cabo de tantos y perplejos
años de errar bajo la varia luna,
me pregunto qué azar de la fortuna
hizo que yo temiera los espejos.

Espejos de metal, enmascarado
espejo de caoba que en la bruma
de su rojo crepúsculo disfuma
ese rostro que mira y es mirado,

infinitos los veo, elementales
ejecutores de un antiguo pacto,
multiplicar el mundo como el acto
generativo, insomnes y fatales.

Prolongan este vano mundo incierto
en su vertiginosa telaraña;
a veces en la tarde los empaña
el hálito de un hombre que no ha muerto.

Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro
paredes de la alcoba hay un espejo,
ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
que arma en el alba un sigiloso teatro.

Todo acontece y nada se recuerda
en esos gabinetes cristalinos
donde, como fantásticos rabinos,
leemos los libros de derecha a izquierda.

Claudio, rey de una tarde, rey soñado,
no sintió que era un sueño hasta aquel día
en que un actor mimó su felonía
con arte silencioso, en un tablado.

Que haya sueños es raro, que haya espejos,
que el usual y gastado repertorio
de cada día incluya el ilusorio
orbe profundo que urden los reflejos.

Dios (he dado en pensar) pone un empeño
en toda esa inasible arquitectura
que edifica la luz con la tersura
del cristal y la sombra con el sueño.

Dios ha creado las noches que se arman
de sueños y las formas del espejo
para que el hombre sienta que es reflejo
y vanidad. Por eso nos alarman.

jueves, 31 de marzo de 2011

Marguerite Yourcenar

Una sirena llora
La salida de un barco
Sobre el agua que borra.

Yo sufro la ausencia
Y el espacio duro;
La pena es un muro.

La ruta es una trampa:
Ni trenes, ni navío;
El viaje está vacío.

. . . . .

Reflejo, que tu lanza
Traspase la distancia
Y pegue con dulzor.

(La miel de las heridas
Embalsama el amor).

jueves, 24 de marzo de 2011

EL MURAL

Un año:1933
Un País: Argentina
Una invitación de Victoria Ocampo.
Un pintor: Siqueiros
Un poeta: Pablo Neruda
Una musa: Blanca Luz Brum
Una anarquista: Salvadora Medina Onrubia
Una Muerte: "Pitón"
Un diario: Crítica
Su fundador: Natalio Botana
Un sótano: EL MURAL.
 Todos partes de la misma hipocresía.

domingo, 20 de marzo de 2011

Los libros y la noche. (2000)

Dirección: Tristán Bauer
Guión: Tristán Bauer & Carolina Scaglione
Fecha de Estreno: 27 de abril de 2000

Sinopsis: Una aproximación al universo de Borges a través de la recreación de algunas de sus obras y la escenificación de varios aspectos de su pensamiento y de su vida.

sábado, 19 de marzo de 2011

El Privilegio de Simone de Beauvoir (Geneviéve Fraisse) Leviatán 2008

Bajo el signo del centenario del nacimiento de S. de Beauvoir, Geneviéve Fraisse ejercita el "arte de la memoria", y entreteje un texto hilando sus propias preocupaciones conceptuales y los textos de Beauvoir.
Su propuesta parte por recorrer la trayectoria cumplida por las mujeres en la conquista del saber.
Toma el concepto de privilegio, con el cual S. de Beauvoir titula en 1955 sus tres ensayos, y que luego utilizaría en la introducción del " El Segundo Sexo"
Geneviéve Fraisse: Filósofa, delegada interministerial a los derechos de las mujeres entre 1997-1998 y diputada en el Parlamento entre 1999 y 2004. Productora en France Cultura, es directora de investigaciones en el CNRS. Ha publicado entre otros títulos, Du Consentemer (2007). Desnuda está la filosofía, La controversia de los sexos, Los dos gobiernos: la familia y la ciudad, La musa de la razón

Ema

Los días de lluvia, Ema era la única
que tenía permitido salir al parque.
Los doctores saben,
demasiado de árboles.
Carlos Gallegos.

Ema recorre su piel vestida de noche.
Abre los espejos de su cuarto y camina
descalza sobre las huellas de su nombre
y sus siete lunas.

Por la hendidura de la palabra
aúlla el viento entre los pasillos
de su camposanto silencio.

Despierta al ángel y a la niña.
Desvela a la muñeca y esa vida suya
que en mí me vive, esta absurda vida
sin ojos donde latir.

Es que Ema me hace llorar.
Me recuerda que había una vez
un silencio con forma de árbol.

Ema abraza los árboles.

Invaden sus cicatrices
las raíces de la infancia
y Ema piensa que duerme.

Yo abrazo a Ema.

Ema y yo
alguna vez fuimos hojas
de un otoño sin ventanas.

Edith Piaf - Non, Je ne regrette rien